El Coraje de Decir Adiós

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El Coraje de Decir Adiós

Hola Nación Inmigración,

Hoy me encuentro reflexionando sobre las complejidades de la vida, la naturaleza de la resistencia humana y el poder del perdón, todo a través del prisma de mi relación con mi padre. Decir que era más grande que la vida es quedarse corto, sin embargo, como cualquier figura monumental, su sombra proyectaba tanto luz como oscuridad.

Con una estatura de 6’4″ y más de 250 libras, su presencia siempre fue imponente. Su vida fue de valentía y dedicación, marcada por su servicio en las fuerzas especiales, participación en dos guerras y roles como oficial de policía voluntario y mayor en el ejército israelí. Más allá de su servicio, era un artesano en la construcción, capaz de arreglar casi cualquier cosa, encarnando la resistencia y la inventiva.

Sin embargo, el viaje de mi padre distaba mucho de ser impecable. Cometió errores, errores que, a veces, nos causaron un profundo sufrimiento. Sin embargo, lo que destacaba era su capacidad para reconocer sus faltas y esforzarse por la redención. Poseía la rara fuerza para intentar enmendar, siendo plenamente consciente de que el perdón no estaba garantizado. Este aspecto de su carácter, su disposición para enfrentar y aceptar sus imperfecciones, y sus esfuerzos por rectificarlas, han dejado una huella indeleble en mí.

Verlo ahora, enfrentando las vulnerabilidades de la salud y la edad, su figura una vez imponente encorvada, es un vivo recordatorio de la fragilidad de la vida y la intrincada danza entre la fortaleza y la vulnerabilidad. Desafía mi comprensión de lo que realmente significa ser fuerte. La verdadera fuerza, he llegado a darme cuenta, no solo reside en la destreza física o los logros acumulados. Se encuentra en el coraje de enfrentar cada día, de aceptar ayuda, de exponer las propias vulnerabilidades y, lo más importante, de reconocer y aprender de los propios errores.

Reflexionando sobre su vida, me siento inclinado a celebrar no solo los actos heroicos y los éxitos, sino también la humildad y valentía que se requieren para enfrentar las propias imperfecciones. Su legado, enriquecido tanto por sus triunfos como por sus pruebas, enseña lecciones de dignidad, coraje y la capacidad del espíritu humano para crecer y redimirse.

Compartiendo este viaje personal contigo, me recuerdo el invalorable apoyo y comprensión que proviene de nuestra comunidad. Tu empatía y solidaridad en tiempos de alegría y tristeza afirman la creencia de que navegamos mejor juntos las complejidades de la vida.

Gracias por ser parte de nuestras vidas, por tu calidez y por estar con nosotros mientras rendimos homenaje a un hombre de gran complejidad, fuerza y humanidad. Mientras honramos el espectro completo de su legado, también celebramos la resistencia y el coraje en todos aquellos que enfrentan los desafíos de la vida con dignidad y disposición para crecer.

Estamos juntos en esto.

Con profunda apreciación,

Andrés “Entristecido” Mejer

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